30 octubre 2006

Otra vez manejando.

Ya esta reparada la camionetita, otra vez manejo mínimo 1,5 horas diarias (todo es tan lejos en Santiago) Lo bueno es que tengo más tiempo para estar en casa, lo malo es que otra vez estoy leyendo menos.


 En mi travesía tras el volante por Santiago hay que estar atento al peatón hueón, ósea nada contra los peatones, el problema es la estulticia. Claro diariamente se me atraviesan personas (si es que se merecen el calificativo) intempestivamente por cualquier calle y en cualquier parte, normalmente incluso cerca de un paso cebra o semáforo, pero la cosa no termina ahí atraviesan familias enteras, ergo no son solo padres dando el mal ejemplo sino forzando a sus pequeños hijos a imitar su imbecilidad disfrazada de falsa astucia (ellos le denominan ser "pillo").


Esto contribuye a que conducir por las calles capitalinas sea aun más estresante todavía, sin embargo hay una nota irónica en todo esto y es que diariamente cuando me detengo en algún semáforo veo un perro esperando el cambio de semáforo, para cruzar la calle responsablemente mirando a ambos lados.


¿Cuál es la conclusión? Probablemente los perros no han dejado de evolucionar y ahora lo están haciendo para vivir en las ciudades creadas por la humanidad mientras esta pierde parte de la evolución alcanzada durante miles de generaciones.